La posición de Rusia en relación a los acontecimientos que están ocurriendo en Libia es, empleando términos muy diplomáticos, curiosa.
Como sabemos, el consejo de seguridad de las Naciones Unidas aprobó por mayoría la resolución 1973, con la abstención de varias naciones entre las que se encontraba Rusia. Las razones que en su momento esgrimió la diplomacia rusa no ha sido publicitadas, y desde que comenzó la aplicación de dicha resolución el pasado 19 de este mes, las fuentes rusas lamentaron los bombardeos realizados en cumplimiento de dicha resolución. El Sr. Anatoli Serdiukov, ministro de Defensa ruso dijo, textualmente, el pasado martes que: “desgraciadamente, los últimos acontecimientos muestras que en ese país, Libia, comenzaron acciones militares reales y, como resultado, han sufrido instalaciones no militares y han muerto civiles. Eso es algo que no se puede permitir”. Además de estas declaraciones se ha producido un insólito enfrentamiento político entre el presidente de la república Dmitri Mendvedev y el primer ministro Vladimir Putin.
Si la situación que vive Libia no fuese de la gravedad que todos conocemos, se podría pensar que las declaraciones de los estamentos rusos son debidas a que, una vez más, cuando han confrontado las armas occidentales con las rusas, las chatarras que vemos en televisión de los carros de combate, de la artillería autopropulsada y de restos de aviones, principalmente son rusas. Es decir que en todos los últimos conflictos, sin entrar en la justificación moral de algunos de ellos, como la guerra de Irak…. Los sistemas de armas rusos nos han sido mostrados como perdedores.
Ahora bien, nuestro análisis debe de ser más riguroso. Y para ello debemos de analizar, aunque someramente, los intereses geoestratégicos de Rusia, ya fuere en la Rusia de los zares, ya como Unión Soviética o, como en nuestros días, nuevamente Rusia: al finalizar la Segunda Guerra Mundial, rebautizada en la Unión Soviética, por motivos internos, como la Gran Guerra Patria, el voraz apetito por “ingerir” países del “padrecito” Stalin se estrelló en Oriente próximo debido a la sólida posición adquirida durante casi un siglo por Gran Bretaña y en menor medida por Francia. La proclamación del Estado de Israel por mandato de las Naciones Unidas el 14 de mayo de 1948 inicia los procesos de asentamiento, con mayor o menor fortuna de las diferentes nacionalismos árabes, cuyo caso más paradigmático fue Gamal Abdel Nasser en Egipto, que ante la negativa de las potencias occidentales a financiar la construcción de la presa de Assuan, nacionalizo el canal de Suez. La ayuda técnica y financiera soviética a la construcción de dicha presa le abre las puertas de Egipto y se erige en principal suministrador de armamento a países como Argelia, Egipto, Irak y Libia. La decadencia de los nacionalismos árabes llevo pareja la reducción de la influencia, primero soviética y después rusa hasta nuestros días.
Y, desde luego, con actuaciones como la tenida en la votación en el consejo de Seguridad no creo que Rusia vaya por el buen camino, máxime con un embajador en Trípoli, que por cierto ha sido llamado a consultas a Moscú, que ha subrayado que “la abstención rusa en el Consejo de Seguridad le iba a costar miles de millones de rusos a los intereses rusos en Libia”…… el Sr. Embajador no dedico ni media palabra a la lucha del pueblo libio por su libertad y contra la tiranía……… sin comentarios.
Y mientras, el histrión del Sr. Berlusconi dice… “estar apenado por Gadafi”….vaya tropa……